Tod@s, en muchos momentos de nuestra vida, compartimos, y expresamos, cómo vemos las cosas, y cómo opinamos con respecto a un hecho concreto, o una situación determinada. La clave está, en hacerlo de forma que el mensaje llegue de la forma más directa, clara, y efectiva posible, y que a su vez, sirva para enriquecernos.
Entendiendo la RETROALIMENTACIÓN como la respuesta lingüística, o la acción que nos devuelve una persona con respecto a un determinado asunto, comparto un pequeño y sencillo resumen, para practicar y mejorar la forma de llevarla a cabo.
1. La retroalimentación se ha de producir en un espacio de ESCUCHA GENERATIVA, a través de una CONVERSACIÓN basada en evidencias, y hechos; sin emitir juicios, ni dar consejos. Por lo tanto, guardaremos nuestro mapa, con respecto a cómo creemos que «deberían» ser las cosas.
2. Esta conversación ha de ser DESCRIPTIVA, dirigida al análisis de comportamientos específicos, y en relación a un tipo de conductas determinadas, sin EVALUAR, ni atribuirlo a la IDENTIDAD de la persona.
3. El OBJETO de la retroalimentación ha de proponer una vía de MEJORA para el otr@; es decir, ha de facilitar el acceso a una posibilidad de aprendizaje, desde la cual la persona, tenga la oportunidad de emprender acciones nuevas.
4. El MARCO de la conversación está en poner foco en las posibles SOLUCIONES, dejando a un lado, los fallos, costes, o errores cometidos. Para ello, utilizaremos un lenguaje con palabras «en positivo», centrándonos en las acciones que nos llevarán a la mejora, superación, aprendizaje, crecimiento, excelencia, etc…
5. Es preciso VERIFICAR, y clarificar los conceptos que se manejan en la conversación, para comprobar que el mensaje del que explica, es igual a la interpretación del que escucha, y ésto se hace a través del uso de frases como: «Entonces, quieres decir que…», «Ésto para tí significa que…», «Si te estoy entendiendo bien, estoy escuchando…», o directamente «¿Qué estás entendiendo?».
6. El establecimiento de una conversación de retroalimentación, ha de darse en un espacio de TIEMPO «oportuno», desde que se ha producido el hecho, o ha tenido lugar la acción, sin dejar que pase demasiado tiempo, o que la acción se enfríe, siendo así, carecerá de sentido y valor abordar el asunto.
7. El cierre de una conversación de retroalimentación, ha de INVITAR a la persona a TOMAR ACCIÓN, ayudándole a establecer sus propios compromisos. Hay que EVITAR «el condicional» con preguntas del tipo «¿qué te gustaría…?», «¿qué podrías…?», y formular en «presente inmediato» para tome responsabilidad en la acción, como por ejemplo: ¿qué vas a hacer la próxima vez que…?
Si fuera necesario hacer seguimiento sobre alguno de los temas planteados, se recomienda establecer en el cierre, una fecha de reunión futura, en la que interesarnos por la evolución del asunto tratado.
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